3.- El pensamiento sano
“Sanar, por consiguiente, es una manera de aproximarse al conocimiento pensando de acuerdo con las leyes de Dios.”
Hay una fuerza de sanación dentro de cada uno de nosotros. Esta fuerza es la que dirige el sistema inmunitario.
Jesús sanaba mediante la corrección de la percepción. Dentro del enfermo está el Hijo de Dios, perfecto, inalterable, inmutable. El espíritu está eternamente sano. El espíritu no puede enfermar y no puede morir.
Jesús veía como ve Dios. Aceptaba la Expiación para sí mismo. No creía en la enfermedad. Como todas las mentes están conectadas, en Su presencia el enfermo deja de creer en su enfermedad y por eso sana.
Jesús dice:“Tu mente y la mía pueden unirse para desvanecer con su luz a tu ego.” Pedir al E.S que nos sane cuando estamos enfermos significa pedirle que sane los pensamientos que desde nuestro interior dan origen a la enfermedad. “¿Dónde se desvió mi pensamiento de la verdad? ¿Dónde se equivocó mi percepción? Retorno con la mente al momento de mi error y lo entrego a la Expiación. E.S te pido que sanes mi percepción y me liberes de los efectos de mi pensamiento erróneo. Amén.
El E.S encuentra maneras de expresar Su poder mediante procedimientos que podemos aceptar, y la medicina es uno de ellos.
“Cada problema trae su propia solución”. La crisis trae su solución porque nos pone de rodillas, nos vuelve más humildes para pedir a Dios.
Tan pronto como seamos bastantes los que estemos de rodillas, tan pronto como el amor llegue a un número crítico de individuos o, como dice el Curso, tan pronto como suficientes personas estén dispuestas a aceptar el milagro, habrá un súbito avance de la conciencia: un éxtasis, una sanación instantánea.
Marianne Williamson