4.- El dinero
“La dicha no cuesta nada.”
Haz lo que te guste, lo que haga que tu corazón cante. Y nunca lo hagas por dinero. No trabajes para ganar dinero; trabaja para difundir la alegría.
Dios no tiene conciencia de pobreza. El dinero no es malo; simplemente no es nada. Como todo lo demás, se le puede utilizar con fines sagrados o impíos.
Cuando no trabajamos más que por el dinero, nuestra motivación se centra en obtener y no en dar. La transformación milagrosa significa pasar de una mentalidad de ventas a una mentalidad de servicio.
Nuestro concepto de la riqueza es, en realidad, una estratagema del ego para asegurarse de que nunca llegaremos a tener nada.
La Biblia dice que es más difícil para un rico entrar en el reino de los Cielos que para un camello pasar por el ojo de una aguja. Eso se debe a que el apego al dinero hace que nos apartemos del amor. Pero el imperativo moral no es rechazar el dinero en nuestra vida. El reto consiste en espiritualizar nuestra relación con él, teniendo claro que su único fin es sanar al mundo. En una sociedad iluminada los ricos no tendrían necesariamente menos dinero, sino que los pobres tendrían mucho más. El problema no es simplemente la distribución de la riqueza, sino de la conciencia que la acompaña. El dinero no escasea ni es recurso finito.
Tenemos que recordar que nuestro dinero es el dinero de Dios; aceptemos tener todo el que Él quiera que tengamos para poder hacer lo que Él quiere que hagamos.
Una actitud responsable hacia el dinero es estar abiertos para recibir lo que venga, y confiar en que nunca nos faltará.
Al pedir milagros, pedimos al E.S que elimine los obstáculos que impiden que recibamos dinero, obstáculos que toman la forma de ideas como: el dinero es impuro, si tenemos dinero es que somos codiciosos, los ricos son malos, o yo no debería ganar más dinero del que ganan o ganaron mis padres. Tener dinero significa que podemos dar trabajo a otras personas y sanar al mundo. Lo que le sucede a una sociedad cuando el dinero deja de circular no es nada agradable.
Uno de los principios que hay que recordar en lo que se refiere al dinero es la importancia que tiene pagar por los servicios que otras personas nos prestan. Lo que demos recibiremos, y lo que no queramos dar nos será negado.
Una gran persona no es alguien que nunca se cae, sino alguien que, cuando se cae, hace lo necesario para ponerse en pie. Cuando esto ocurre de lo que se trata es de pedir un milagro. “Todo el mundo tiene derecho a los milagros, pero antes es necesario una purificación”. La pureza de corazón hace que progresemos rápidamente. No importa la forma que asuma un problema ni su magnitud; un milagro puede resolverlo. En cualquier momento podemos volver a empezar. No importa cuál sea el problema, el universo siempre nos ayudará a solucionar el desastre y empezar de nuevo. El universo nos apoyará en la medida en que lo apoyemos.
La mayoría de nosotros arrastramos algún lastre con respecto al dinero. Se trata de un ámbito en el que, individual o colectivamente, necesitamos una sanación radical de nuestros hábitos mentales.
Recemos: “Dios amado, en Tus manos pongo todos mis pensamientos sobre el dinero, todas mis deudas, toda mi riqueza. Abre mi mente para que reciba abundantemente. Por mi mediación canaliza Tu abundancia de una manera que sirva al mundo. Amén.”
Marianne Williamson. Volver al amor
dimecres, 2 d’abril del 2008
VOLVER AL AMOR. EL TRABAJO. EL DINERO
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