Elevo mis alas, sumerjo mis plumas doradas en un manantial de aceptación y me dejo llevar por el perdón que habita dentro de cada pétalo rosado allá en el jardín de la abundancia. Perdonar es la clave, la llave que abre la puerta de la aceptación. Sin perdón no se puede trascender el portal de la abundancia y de la plenitud. Sólo puede traspasarse con el corazón repleto de amor, ingenuidad, alegría, expectación, cualquier sentimiento edificante y enriquecedor; más si se pretende traspasarlo con un corazón lleno de odio, rencor, resentimiento o de cualquier otra cosa que empozoñe y agarrote nuestras alas, ya puede ir uno despidiéndose de la idea de cruzarlo, pues por más que empujemos no conseguiremos entrar en la tierra prometida.
Sin alas no se llega hasta allí. Éstas sólo aparecen cuando después de haber perdonado nos dedicamos a nuestra esencia: LUZ DORADA DE AMOR INCONDICIONAL, acompañada de autenticidad y verdad.
Pura mágia de luz dorada.
Perdonar se presenta difícil para aquel que no quiere olvidar o gusta de recordar, regodeándose en el fango, el supuesto mal que le hicieron... en verdad a quien no perdona es a si mismo. A quien sigue maltratando y llenando de tristeza es a su propio corazón. No sé por que nos empeñamos que las gentes vivan en nuestras cabezas sin pagar alquiler....
(...)
Independientemente de lo que hiciera el otro, nosotros éramos y somos dueños de nuestra actitud, de cómo afrontaremos lo que la otra parte ha hecho. Somos dueños de la actitud que tomaremos frente a una acción determinada de otra gaviota.
Extraído del libro Alas de luz de Rosetta Forner.
diumenge, 20 de gener del 2008
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