"Nada de lo aquí escrito me pertenece.
Si hubiese alguna pertenencia,
sería el lazo de Amor con el cual se han atado
tantas bellas flores de conocimiento
que son ofrecidas a la humanidad
como un ramillete de Servicio"
Montaigne.

la flor de loto

La flor del loto es uno de los más antiguos y profundos símbolos de nuestro planeta. La flor del loto crece en el fango y se alza sobre la superficie para florecer con remarcable belleza. Por la noche la flor se cierra y se hunde bajo el agua, al amanecer se alza y vuelve a abrirse. El loto simboliza la pureza del corazón y de la mente. Representa longevidad, salud, honor y buena fortuna.

lo bueno, lo malo, lo igual o lo diferente....son tan solo proyecciones humanas...

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dimarts, 18 de març del 2008

VOLVER AL AMOR. LAS RELACIONES. EL AMOR ROMÁNTICO

8.- el amor romántico
“No hay otro amor que el de Dios.”

No hay diferentes clases de amor. El amor real es el que está en todas las relaciones. Ese es el amor de Dios, el cual no cambia con las formas ni con las circunstancias.

Cuando no tenemos ninguna relación de pareja el ego nos hace creer que si la tuviéramos, todo sufrimiento desaparecería. Y sin embargo, cuando una relación de pareja perdura termina por hacer aflorar a la superficie una gran parte de nuestro dolor existencial. El amor pondrá a prueba toda nuestra capacidad de compasión, de aceptación, de liberación, de perdón y de desinterés.

Las relaciones no necesariamente nos libran del dolor. Lo único que nos libra del dolor es sanar de aquello que nos lo causa. No es la ausencia de otra persona en nuestra vida lo que provoca dolor, sino más bien lo que hacemos con ella cuando está. El amor puro no pide otra cosa que paz para un hermano, porque sabe que sólo de esa manera podemos estar en paz nosotros mismos.
El puro amor hacia otra persona es el restablecimiento de la línea de comunicación del corazón. Por lo tanto el ego se le opone con todas sus fuerzas. Hará todo lo que pueda para bloquear la vivencia del amor. Cuando dos personas se unen en Dios, las murallas que aparentemente les separan desaparecen. Por un tiempo el ser amado no parece un simple mortal, sino alguna otra cosa, algo más. Y la verdad es que es algo más. Todo el mundo es el perfecto Hijo de Dios, y cuando nos enamoramos, por un instante vemos la verdad total de alguien. No es nuestra imaginación: ese ser es perfecto.

Pero rápidamente se impone la locura. Tan pronto como aparece la luz, el ego se empeña enérgicamente en extinguirla. En un abrir y cerrar de ojos proyectamos en el plano físico la perfección que hemos logrado atisbar en el plano espiritual. En vez de comprender que la perfección espiritual no tiene por qué coincidir con la perfección material y física, empezamos a buscar ésa última. Pensamos que con la perfección espiritual de alguien no es suficiente. Nos idealizamos los unos a los otros y cuando no nos mostramos a la altura del ideal, nos decepcionamos.

La gente se pregunta cuándo encontrará a su alma gemela, pero rogar que aparezca la persona adecuada no sirve de nada si no estamos preparados para recibirla.

No hemos sabido cómo sacar el mejor partido de las oportunidades que hemos tenido. El amor nos rodea por todas partes, el ego es el que nos bloquea, no dejándonos percibir la presencia del amor. Y la idea de que hay una persona perfecta, sólo que todavía no ha llegado, es uno de nuestros principales bloqueos.

Nuestra vulnerabilidad al mito de la persona “adecuada” nace de nuestra glorificación del amor romántico.

“Nuestra tarea no es buscar el amor, es buscar todas las barreras que oponemos a su llegada”. Pensar que ahí afuera hay una persona especial que va a salvarnos es una barrera al puro amor, es una de las grandes armas del arsenal del ego.
Pensar que una persona especial va a salvarnos nos lleva a imponer una carga de una tremenda presión emocional a cualquiera que se nos presente y nos parezca adecuado para cumplir los requisitos.

La plegaria más inteligente no es “Dios amado, envíame alguien maravilloso” sino “Dios amado ayúdame a darme cuenta de que soy alguien maravilloso”.

UCDM dice que un día nos daremos cuenta de que nada sucede fuera de nuestra mente. Mis respuestas más productivas en las relaciones no se dan cuando me centro en los detalles referentes a otra persona, sino cuando me esfuerzo en desempeñar mi propio papel en la relación en el nivel más alto de que soy capaz.

Parte del trabajo sobre nosotros mismos, con el fin de prepararnos para una relación profunda, es aprender cómo apoyar a otra persona para que sea lo mejor que pueda ser. Cada uno de los miembros de una pareja ha de desempeñar un papel sacerdotal en la vida del otro. Han de ayudarse el uno al otro a tener acceso a las partes más elevadas de sí mismos.

Ayudamos a los demás a acceder a lo más elevado que tienen si accedemos a lo más elevado que tenemos nosotros. Para crecer hemos de concentrarnos en nuestras propias lecciones, no en las ajenas. UCDM nos enseña que “en cualquier situación, lo único que puede faltar es lo que tú no has dado”.

El poder milagroso del amor es capaz de crear un contexto en el que la gente, como si floreciera, alcanza naturalmente su potencial más elevado.

Lo que no se ama no se entiende. Las personas merecen nuestro amor sólo por el hecho de ser como Dios las creó. Mientras esperemos que sean mejores, nos veremos constantemente decepcionados. Sólo cuando optamos por unirnos a los demás, aprobándolos y amándolos incondicionalmente, se produce de repente el milagro por ambas partes.

Marianne Williamson. Volver al amor