3.- Renunciar a juzgar
“juzgar no es un atributo de Dios”
Como todo pensamiento que tenemos se refiere a nosotros mismos, condenar a otra persona es autocondenarnos.
¿Cómo nos liberamos de la tendencia a juzgar? En gran parte, mediante una nueva interpretación de lo que juzgamos. Nosotros hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios, en cuanto a extensiones suyas también nosotros somos el espíritu de la compasión, y en nuestro sano juicio no intentamos juzgar sino sanar y lo hacemos mediante el perdón. Cuando alguien se comporta sin amor es que ha perdido el contacto con su esencia. Todo lo que alguien hace, dice UCDM, es o bien “amor o una petición de amor”. Si alguien nos trata con miedo hemos de ver su comportamiento como una petición de amor.
Todo lo que hacemos a los demás nos lo hacemos a nosotros mismos. Al castigar a otros terminamos autocastigándonos.
El perdón es el arte marcial de la conciencia. Nuestro poder reside en no reaccionar. Cuando devolvemos el ataque, y la defensa es también una forma de ataque, iniciamos una guerra que nadie puede ganar.
Al buscar un milagro no participamos en las batallas de la vida, sino más bien pedimos que se nos eleve por encima de ellas. El E.S nos recuerda que la batalla no es real. Contrariamente a lo que sentimos cuando estamos perdidos en las emociones que nos tientan a juzgar, no hay ninguna cólera justa.
Tanto si eres el primero en golpear como si devuelves el golpe, eres un instrumento del ataque y no del amor.
Todo lo que hacemos es penetrado con la energía con que lo hacemos. Como decía Gandhi, “Debemos ser el cambio”. Los cañones de los que necesitamos deshacernos primero son los que llevamos en la cabeza.
Marianne Williamson. Volver al amor.
dijous, 13 de març del 2008
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