5.- los niveles de enseñanza
“Por lo tanto, el plan dispone que cada maestro de Dios establezca contactos muy específicos.”
Las relaciones son los laboratorios del E.S, en los cuales Él reúne a personas que así tienen la máxima oportunidad de crecimiento. Ningún encuentro es accidental. “Los que tienen que conocerse se conocerán ya que tienen el potencial de desarrollar una relación santa.”
UCDM afirma que hay “tres niveles de enseñanza” en las relaciones. El primer nivel consiste en lo que parecen ser encuentros fortuitos, puntuales. El segundo nivel “ es una relación más prolongada, en la que por algún motivo, dos personas se embarcan en una situación de enseñanza-aprendizaje bastante intensa y luego parecen separarse”. El tercer nivel de enseñanza, se da en relaciones que, una vez formadas, son de por vida.
En las relaciones de primer nivel, de encuentros fortuitos, puntuales, se nos da la oportunidad de cincelar las aristas ásperas de nuestra personalidad. Sean las que fueren las características que se ponen en evidencia en nuestras interacciones casuales, aparecerán inevitablemente magnificadas en otras relaciones más intensas.
En el segundo nivel de enseñanza, se reúne a las personas para hacer un trabajo más intenso. Durante el tiempo que estarán juntas, pasarán por todas aquellas experiencias que les suministren las lecciones que han de aprender. Cuando la proximidad física ya no sirve de base al más elevado nivel de enseñanza y de aprendizaje posible entre ellas , la tarea exigirá la separación física. Sin embargo lo que entonces nos aparece como el fin de la relación no es realmente un final. Las relaciones son eternas. Pertenecen a la mente, no al cuerpo porque las personas son energía y no sustancia física. La unión es algo mental. Puede ser que personas que han compartido durante veinticinco años el mismo lecho no estén verdaderamente unidas, y otras a miles de kilómetros no estén en modo alguno separadas.
Las relaciones de tercer nivel, que duran toda la vida, son generalmente pocas. Alguien con quien tenemos lecciones que aprender durante toda la vida es alguien que nos obliga a crecer. A veces es alguien con quien compartimos amorosamente, y a veces es alguien por quien sentimos durante años, o incluso para siempre, como una espina clavada en el corazón. La gente que más tiene que enseñarnos suele ser la que nos muestra, como si los reflejara los límites de nuestra capacidad de amar.
Nuestras murallas son nuestras heridas, los lugares donde sentimos que ya no podemos amar más, no podemos conectarnos con más profundidad, no podemos perdonar más allá de cierto punto. Estamos, cada uno, en la vida de los otros para ayudarnos a ver dónde tenemos más necesidad de sanar, y para ayudarnos a sanar.
Marianne Williamson. Volver al amor.
dissabte, 15 de març del 2008
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